Serie N#m_ 2024
Antiguamente se utilizaba el término palimpsesto para designar aquellos pergaminos en los que se borraba una escritura existente con el fin de transcribir sobre ellos una escritura nueva.
Con frecuencia la huella de los signos raspados se filtraba irreverentemente bajo los trazos de los más recientes. Esta superposición daba lugar a la aparición azarosa de signos y significados nuevos. La obra de Guigui Kohon nos sumerge en el palimpsesto. De manera más misteriosa que manifiesta, va hilvanando con capa sobre capa la relación de este tiempo con otros posibles tiempos. Su textualidad múltiple y simultánea nos presenta una suerte de forma condensada capaz de despertar los significados más diversos.
Tal como lo expresa Gennette, cuanto menos masiva y declarada es la hipertextualidad de una obra, tanto más su lectura depende de la decisión interpretativa de quien la observa.
Contemplar la obra de Kohon es un desafío a los hábitos de la percepción.
La libertad con que opera produce cierto extrañamiento. Los números que nos ofrece no obedecen a las leyes cardinales del tiempo y del espacio.
Sus piezas construidas por adición de materia remiten a extractos de ruinas viejas pero inciertas.
En su obra como en un aleph, todos los lugares en un mismo lugar y al mismo tiempo.
Flavia Goldenstein